Wiki Rol de Hielo y Fuego
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Casa Celtigar
Lord Adrian Celtigar
Casa Celtigar
Celtigar
Nombre Adrian Celtigar
Edad 40
Estado Vivo
Nacimiento 131 AL
Casa Casa Celtigar
Familia Catelyn Bar Emmon - Esposa
Altegar Celtigar - Hijo
Alysanne Celtigar - Hija
Alys Celtigar - Hija
Rhaegar Celtigar - Hijo
Titulo Consejero Naval
Alias El armador
La brújula
Virtud Gran conocedor de los mares (nunca ha perdido un barco a la deriva), gran comandante naval
Debilidad Buen bebedor y poco interesado en los asuntos del consejo
Lealtad
Casa Celtigar
Miembro de la Casa Celtigar



Apariencia[]

Adrian es un hombre sencillo que no viste grandes ropajes. 

Perdió dos dedos de una mano izquierda por lo que suele calzar guantes de cuero rellenos.

Su cara con una barba bien arreglada y teñida al estilo tyroshi es el semblante de un hombre cuertido y que comienza a entrar en años. Surcado de pequeñas cicatrices marcadas por el constante roce del aire, sol y sal .

Historia[]

Luego de la guerra vinieron años de cruentas penalidades para desembarco, fue entonces cuando Harren Celtigar decidió mandar a su recién nacido hijo a las ciudades libres, para que se desarrollase en plenas facultades y se convirtiese en un hombre los suficientemente valido para servir a Rhaenyra cuando el ya no estuviera.

Adrian se paso de los 7 a los 17 años vagando por las ciudades libres, pasando mucho tiempo en Tyrosh adoptando algunas de sus costumbres como teñirse la barba.

Su regreso fue forzado, pues el reino de las tres hijas entro en un conflicto por el control de los mares con poniente. A su llegada, la flota real era una reliquia de los tiempos de la danza. Fue a palacio y pidió a la reina que le permitiese ser el armador de la ciudad. Con increíble velocidad y eficiencia aumento en tres el número de barcos y los colmo de mejoras. Pero la batalla no se pudo evitar y al final los reinos chocaron en los mares, cerca de las costas de Estermont. La flota de la alianza de Essos se hizo con la victoria. Entonces la Reina furiosa fue a buscar a Celtigar a los astilleros y allí mismo le ordeno 20 nuevos barcos y que se pusiese al mando inmediatamente para destrozar a las hermanas. Adrian construyo los barcos con la mayor celeridad posible y empleando a más del 70% de la población de desembarco. En aquellos días los astilleros estaban en ebullición día y noche. La misma noche que termino los barcos, los lleno de provisiones y partió hacia los mares. Con un flota de casi 50 barcos reales, unos 80 que el resto de casas de todo poniente había enviado y la flota del hierro la cual había sido obligada a ir a esa batalla, sucesos que luego causarían la revuelta del Craken.

Adrian ordeno a las galeras y dromones avanzar en línea recta sobre los peldaños de piedra, donde se encontraba la flota de las hijas. Lo que estas no sabían es que los barcoluengos del hierro, las abordarían por los flancos empujándolas a las piedras con tanta fiereza que casi no fue necesario que Adrian entrase en combate. Aquel día las tres hermanas sufrieron una cruenta derrota que hizo que firmasen los acuerdos que desde Desembarco se les enviaba.

A su regreso a Desembarco Adrian fue aclamado y nombrado consejero naval, provocando la ira del comandante de la flota de hierro que al día siguiente salió de regreso a las islas. En menos de medio año empezaría la revuelta del Craken, en la que Adrian volvió a dirigir los barcos de la reina para luchar contra los valerosos hijos del hierro, consiguiendo numerosas victorias y alguna que otra derrota que le hizo aprender y perder dos dedos de su mano.

Adrian es un hombre habilidoso e inteligente, siempre dispuesto a servir. Es un ferviente trabajador y controlador del puerto de Desembarco. Entre los mercaderes se le conoce como la pinza de la reina. Pues recauda impuestos continuos a todo aquel mercader que entra en el puerto para poder mantener una flota siempre en buen estado. Si hay algo por lo que Adrian se vanagloria y siempre está orgulloso es porque nunca ha perdido un barco y ningún barco a la deriva, ni en la mayor de las tormentas, por lo que algunos de sus hombres le llaman la brújula.

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